miércoles, 22 de mayo de 2013
Anglo-canario
Ha habido presencia inglesa e irlandesa en Canarias desde principios del siglo XVI, atraídos por el aroma y el paladar de los buenos caldos que se producían en sus viñedos y con los que ya estaba familiarizado el dramaturgo William Shakespeare – apellido célebre que algunos canarios, como algunos andaluces, pronuncian sepia -. Posteriormente, en los siglos XIX y XX, dada la posición estratégica de las islas, en la ruta de Inglaterra a África occidental, Sudáfrica y Nueva Zelanda, se establecieron compañías navieras y se hicieron obras públicas para mejorar la infraestructura comercial y portuaria, abriéndose al mismo tiempo una corriente de turistas en busca del buen clima. El número de residentes ingleses a finales del XIX era más bien simbólico, acaso un par de centenares, que ascendería a medio millar a comienzos del XX, pero su peso en la economía del archipiélago fue a más.
Es destacable la capacidad británica para reproducir su propia organización social en los lugares de destino. Siendo una raza (por llamarlos de alguna manera, aunque el concepto de raza es inadecuado y acientífico) eminentemente gregaria, los ingleses pusieron en marcha en Canarias sus tradicionales recursos, fundando clubes de distintas clases para el fomento del ocio y la cultura como lazos de cohesión interna. De este modo proliferaron las agrupaciones para jugar al póquer, al golf, al críquet, al croquet, al fútbol, al tenis o a los bolos al aire libre. Abrieron hospitales, levantaron cementerios, inauguraron centros de estudios bíblicos y bibliotecas, instalaron logias masónicas, patrocinaron salas de baile, promovieron conciertos y fiestas benéficas, publicaron periódicos. Eso mismo siguen haciendo hoy a lo largo de la Costa del Sol y en las costas murcianas y alicantinas, como en Benidorm, Altea, Xàbia o Parcent. A pesar de la infiltración lingüística, y la sospecha de que se está generando un idioma de contacto conocido como pichingli canario, no es del todo cierto que éste se haya afincado. La prueba está en que la población de británicos ha crecido hasta alcanzar los 11.000 entre Tenerife y Las Palmas, pero el pichingli no ha crecido en la misma proporción. Lo inglés en Canarias debe tomarse como un modo de vida exclusivo, impermeable, y los cruces entre el español y el inglés no van más allá del plano léxico y fonológico, con grandes limitaciones cuantitativas, respetándose las respectivas estructuras sintácticas y morfémicas del inglés y el español.
En cualquier caso, el rasgo esencial de todos los préstamos del inglés en el español canario es su naturalización, es decir, la adaptación o alteración fonética y morfológica de la mayoría de las palabras, hasta volverse casi irreconocibles. La palabra choni corresponde a “Johnny”, nombre inglés pronunciado a la española; la expresión San llú, burro macho procede de “Thank you very much”; cona es “corner”; chute o chut viene de “shoot” (en fútbol, golpear o tirar el balón); gol, como bien sabemos, es “goal”; quineguá o quineguar son la marca de papas inglesas “King Edward”; autodate viene de “up-to-date” (actualizado) o bien de “out of date” (pasado de fecha); quini es “”kidney” (riñón); bisté es “beef steak” (chuleta de res); piche procede de “pitch” (lanzar la bola en el juego del críquet); queque es “cake” (tarta); cambullonero es una reconversión de “come, buy on” (en referencia a la persona que antiguamente se dedicaba a la compra-venta de artículos de dudosa procedencia, acercándose a los barcos extranjeros que recalaban en los puertos para intercambiar mercancías); guanijay o guanchisle, en sentido despectivo, procede de “One John Haig” (en referencia a un extranjero); brete es “bread” (pan); tique es “ticket”; bol es “bowl” (cuenco, recipiente); chanque es “change” (cambio); guagua (muy habitual en español cubano) posiblemente naciera de “waggon” (vagón, carreta).
El listado de anglo-canarismos en este supuesto pichingli contiene además los siguientes términos o expresiones actualmente en uso: arrojar (vomitar), calco de “to throw”; beterrada (remolacha) de “beetroot”; bisne (negocio redondo) de “business”; boliche (canica) posiblemente venga de “ballot” (balota, bola); boncho (fiesta, juerga) acaso sea “bunch” (grupo, p.ej. de gente); bosta (persona obesa) tal vez salga de “burst out” (reventar), al igual que emboste (atracón de comida); cáncamo (trabajillo, chapuza) seguramente se deriva de “Come! Come on!”; cuando era vivo es un calco del inglés “ When he was alive”; dar el pique (dar un plantón) puede que venga de “picket”, piquete que incita a ausentarse del trabajo, o bien de “ pick-up”, recoger a una persona que espera, aunque con significado opuesto); enralado (persona muy contenta y con ganas de juerga) debe proceder de “enrolled” (enrollado); esmoche (choque, accidente de tráfico) viene de “smashed”; estar quesudo o tener queso seguramente es una adaptación de “cheesecake” (mujeres atractivas que posan desnudas); fisco (trozo, cacho, pedazo) vendría de “a piece of”; moni es “money”; fonil viene de “funnel” (embudo, como el de un tornado); la palabra guiri se emplea en alusión al extranjero (normalmente inglés o alemán), y podría derivarse de la expresión “get it!” (¡toma!); nife (cuchillo canario) viene de “knife”; pegarse un estampido (golpearse) incluye la palabra inglesa “stomp” o “stump” (pisar fuerte haciendo ruido), pero lo más probable es que sea un anglicismo – “stampede” - que, a su vez, procede del español “estampida”; ¡Guas! (¡Cómo! ¿por qué?) vendría de “What?”; ¡sha! de “sure!” (¡seguro!); pimpe procede obviamente de “pimp” (chulo de prostitutas), aunque el significado adquirido, según Armistead (1996), es el de guía o intérprete en puerto marítimo. Finalmente, winche o güinche (molinete, polea, p. ej., para sacar un coche de un atasco) vendría de “winch”.
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