domingo, 20 de enero de 2013

dialecto bilbaino

El dialecto castellano de Bilbao fue el primer y principal soporte del nacionalismo cultural. En su línea desmitificadora, Juaristi afirma que el antimaquetismo fue un rasgo común a las diferentes culturas burguesas del Bilbao comercial, amenazado tanto por la nueva burguesía industrial como por la inmigración portadora de nuevos códigos lingüísticos, provocando una reacción que posteriormente incardinaría la ideología aranista. Frente al mito babélico en el que el castigo de la dispersión era consecuencia del castigo de la confusión de las lenguas, en Bilbao será la invasión maqueta (el castigo) lo que precede a su consecuencia: la heteroglosia. Sabino Arana buscará la solución a esta dispersión recurriendo a la disolución de la identidad bilbaína en el seno de la identidad nacional vasca que se identifica con la raza y el euskera. De esta forma se consolidan dos visiones del intramundo bilbaíno: la de los escritores costumbristas liberales para quienes es determinante el sitio y bombardeo de Bilbao en 1874 (Unamuno, Orueta, Aranaz Castellanos) y la de los costumbristas nacionalistas (Emiliano de Arriaga, Oscar Rochelt, Nicolás Viar, Alfredo de Echave) que propagarán una armonía imposible entre Bilbao y su entorno rural. En ambos casos la literatura producida está orientada monológicamente en favor de un discurso burgués, ya fuese éste nacionalista o liberal-republicano. Considera el autor a Sabino Goikoetxea, Argos, como precursor de este tipo de literatura, aunque limitado al no reflejar un auténtico dialecto, sino un lenguaje paródico guiado más por el conocimiento del autor de la gramática vasca que por el reflejo del habla aldeana. La utilización de un dialecto aldeano mucho más cercano al dialecto bilbaino es obra del sainete de juventud escrito por Miguel Unamuno hacia 1880. El joven Unamuno, hasta su conversión al socialismo hacia 1894, había publicado varios textos costumbristas perfeccionando el modelo de Argos y subordinándolo a objetivos políticos. El resultado es la creación del dialecto bilbaino, invención que Juaristi atribuye a Unamuno por la necesidad de redefinir la identidad colectiva bilbaína mediante una nueva norma lingüística cuando podían oírse en la villa múltiples variedades del castellano producto de la inmigración. De esta forma, la oportunidad de la propuesta contribuiría decisivamente a su éxito entre 1894-90, años en los que Unamuno es favorable al republicanismo federal por rechazo del sistema oligárquico restauracionista, lo que le lleva a idealizar el Bilbao del Sexenio revolucionario y del Sitio desde su recuerdo reciente del dialecto bilbaino que se supone extinguido aproximadamente en el decenio 1876-86 y del que nos dará noticia en sus Recuerdos de niñez y mocedad. Unamuno no es capaz de expresar la especificidad del dialecto bilbaíno pero es consciente de la necesidad de textos que puedan sostener el dialecto. Sería Emiliano de Arriaga, de una generación anterior a la de los Unamuno, Arana, Azkue, Ulacia, Viar o Rochelt quien formularía con su Lexicón Etimológico, Naturalista y Popular del Bilbaino Neto (1896) la obra necesaria para construir el dialecto literario bilbaíno. Pasado el tiempo, hacia 1892, Unamuno cede en sus pretensiones privativas dialectales y abandona el bilbainismo dialectal, seguramente al ser consciente de que el costumbrismo y el dialecto podían ser utilizados como armas de clase contra el socialismo hacia el que se encaminaba. Según Juaristi, el Lexicón representa la apropiación del dialecto bilbaíno por el nacionalismo aranista, convirtiéndole en una lengua nacionalista de transición aceptada como solución posibilista a la espera de una vasquización lingüística posterior. No obstante, esta afirmación del autor, no conocemos textos de Sabino Arana en los que esta idea sea aceptada y no está claro que Emiliano de Arriaga pueda ser incluido en la nómina de los nacionalistas más ortodoxos de la primera época, no siendo suficiente la abundancia de términos de su Lexicón explicados en clave antimaqueta para deducir de ello una identidad de pensamiento nacionalista con Sabino Arana, ni incluso admitiendo que la colaboración con un artículo sobre el origen del topónimo Bilbao pueda suponer una comunión de Sabino Arana con las explicaciones de Arriaga. Juaristi es consciente de estas objeciones cuando muestra el distanciamiento de Sabino Arana respecto del Lexicón de Arriaga expresado en la carta escrita por el fundador del nacionalismo vasco en Baserritarra el 15 de agosto de 1897, en la que ante las dudas que pudiesen existir sobre el verdadero carácter —regionalista/nacionalista— del Lexicón, proclama que la lengua peculiar de Vizcaya es el euskera, no ninguna otra habla local bilbaína, en lo que Juaristi no deja de ver la ojeriza sabiniana contra la villa bilbaína. No obstante lo anterior, otros textos desde A. de Trueba hasta I. Prieto sugieren al autor de este ensayo la posibilidad de considerar al supuesto dialecto bilbaíno como una fusión del registro lingüístico infantil y de la jerga carnavalizada consecuencia de la imitación del habla castellana de los aldeanos vascongados.
http://www.memoriadigitalvasca.es/handle/10357/3644

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